lunes, 8 de octubre de 2007

Los amores torpes (Madrid, octubre de 2003)

Aunque escrito algunos meses después, este relato es todavía resultado del viaje a Santander, a los cursos de verano. De nuevo iba yo en el coche, cuando en un descanso de la conversación surgieron a nuestro lado, en la carretera, varias grúas. Dos de ellas parecían haber sido congeladas en mitad de un abrazo, como si su propia rigidez metálica no les dejase completar el gesto. No había violencia o rabia en aquellos amantes resignados, tan sólo tristeza. ¿Qué mejor excusa para escribir sobre las torpezas que, de vez en cuando, comete el Amor?

Dos grúas no pueden abrazarse en mi memoria, mientras ese hombre del autobús se desespera en el móvil, y una loca grita. Algo no está bien. Algo se equivocó.

No hay comentarios: